Este 2021 las leyes de Educación Sexual Integral, Nacional 26.150 y de la Ciudad de Buenos Aires 2.110 cumplen quince años, y es un tiempo propicio para hacer una pausa. Sin duda, son leyes de vanguardia en Latinoamérica y en el mundo, sancionadas en 2006 e impulsadas por los activismos. Atravesaron profundos debates parlamentarios e inauguraron significativas conquistas y ampliaciones de derechos en las primeras décadas del siglo veintiuno. Es oportuno y necesario reflexionar acerca de lo transitado en este período, lo inconcluso, y también animarse a transformar todo lo que haga falta.

La ESI llegó a ser legislación y política pública con el protagonismo del feminismo, del movimiento LGBTIQ+, de movimientos sociales y educativos constructores de pedagogías críticas e inclusivas que entienden los derechos humanos y sociales con perspectiva de género. Esos actores de la sociedad continuaron generando novedades que tienen mucho que ver con la Educación Sexual Integral, y que las leyes o programas de ESI pueden formar parte en un mismo andar.

En los últimos años surgieron propuestas para actualizar las leyes de ESI incorporando legislación nacional posterior que las complementa y reafirma en su sentido profundamente democratizador: para prevenir, sancionar y erradicar la Violencia hacia las Mujeres, contra la Trata de Personas, Matrimonio Igualitario, Identidad de Género, Ley Micaela, Parto Respetado, Ley Brisa, Ley de Paridad, Interrupción Voluntaria del Embarazo, Ley de los Mil Días, Cupo Laboral Trans,Travesti yTransgénero, Documento No Binario. En el propio plano legislativo de la Ciudad dimos pasos importantes de avance con las leyes de Prevención y Erradicación de la Violencia de Género en el ámbito laboral, Licencia por Violencia de Género, Creación de los Centros Integrales de la Mujer, Política Pública para el reconocimiento y ejercicio pleno de la ciudadanía de las personas Lesbianas, Gays, Trans, Bisexuales e Intersexuales, Protocolo para la Interrupción Legal del Embarazo, Paridad en las comisiones directivas de clubes, Parto Respetado, Encuesta de uso del tiempo, Economía Social con reconocimiento de tareas de cuidado, adhesión y capacitación de la Ley Micaela, las múltiples actividades, debates y proyectos que se desarrollaron en particular en la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud. 

Del mismo modo, se ha planteado revisar en la letra de las leyes de ESI algunas limitaciones que condicionaron su aplicación en jurisdicciones e instituciones. A algunas de estas dificultades se intentó dar respuesta desde los lineamientos curriculares, materiales pedagógicos, formación docente y resoluciones del Consejo Federal de Educación como la 340/18. Sin duda la ESI como praxis pedagógica y política está cotidianamente atravesada por los cambios sociales, especialmente por aquellos que la interpelan desde la interseccionalidad del feminismo popular, desde el transfeminismo, y desde la propia generación de les pibis que creció con ella. Hablamos de una ESI viva, integral y transversal, que no se puede encerrar en un taller, jornada o materia, ni tampoco en la escuela. Una Educación Sexual Integral que no admite acotarse al paradigma tradicional biologicista, ni a bloqueos o censuras temáticas, porque es clave en el cambio cultural imprescindible para construir una comunidad con justicia social y sexual.

Los quince años de la ESI nos desafían a revisar el binarismo y la hetero-cis-norma que la cultura institucional escolar tiende a sostener para reproducir distintas formas de violencia y desigualdad. A pensar cuánto nos falta en formación docente en ESI, cuánto presupuesto y jerarquización es indispensable en su aplicación transversal e integral, sin reduccionismos ni exclusiones por resistencias jurisdiccionales o institucionales que dejan de lado el enfoque desde una perspectiva de género o cuestiones nodales como la diversidad o la anticoncepción. ESI para construir lenguaje, uniforme, baños, filas, expectativas, uso de la palabra y del lugar en el patio, igualitario e inclusivo. 

Los años transitados nos convocan a pensar, sentir y hacer ESI más allá de la escuela. ESI en la casa, en el barrio, en el club, en los medios de comunicación, en el centro cultural, en el centro comunitario, en las redes sociales, en la iglesia y en la bailanta. ESI en todos los sitios donde necesitemos con urgencia romper con estereotipos y jerarquías entre los géneros que siguen sosteniendo profundas desventajas y violencias en nuestras sociedades hacia las mujeres y diversidades. En la cofradía del patriarcado que es complicidad en un chiste machista que se repite hasta el hartazgo y no nos da gracia sino que nos lastima. En el amor romántico que idealiza y justifica sufrimiento y subordinación en el eterno retorno del círculo de la violencia. Y en las más brutales agresiones que son los femicidios, trans y travesticidios, o los crímenes de odio homo-lesbo-trans-fóbicos.

ESI que llegó para desnaturalizar y desarmar viejas tramas de pensamiento como la “dueñidad” que fue tejiendo el capitalismo durante siglos para enaltecer como sujeto al varón blanco, cis, heterosexual, de origen europeo, doctor y patrón. Deconstruir esos esquemas es cuestionar privilegios, lugares de toma de decisión, formas de ejercicio del poder, y al poder mismo. Destejer de noche con toda la negrura que conlleva revisar los propios prejuicios y privilegios. Volver a tejer de día reinventando los feminismos con las nuevas generaciones, con los pueblos afro-descendientes y originarios latinoamericanos, con las barriadas, con las disidencias, un transfeminismo plurinacional interseccional que nos exprese a todes y opte por quienes peor la pasan por múltiples desigualdades de clase, origen, géneros. ESI para disputar sentidos con quienes repiten como un versículo aprendido de memoria el “Con mis hijos no te metas” por temor y prejuicio, sin saber que la ESI es indispensable para evitar abusos, violencias, embarazos no deseados, acoso entre pares, infelicidad por ser quien se es o se quiere ser. ESI que no se trata de pura peligrosidad, o solo de prevención, sino de reivindicar el deseo y el placer que podemos vivir todes como personas y subjetividades en libertad.

La ESI hoy nos permite repensar intervenciones pedagógicas, para que no se planteen desde la intención de normalización, revisando nuestras propias concepciones e historias en las que fuimos construyendo una idea de la sexualidad. En la misma posibilidad de recrear nuestras prácticas en la diversidad que somos se abren horizontes acerca de la ESI y la discapacidad, sabiendo que los tabúes, estigmas y paternalismos en la mirada de la sexualidad de las personas con discapacidad perpetúan derechos desigualados. Y mucho aún por descubrir desplegando más herramientas: ESI y arte, cultura, literatura, deporte, juego, como posibilidades de inaugurar lenguajes muy cercanos a nuestras emociones, afectividad y cuerpos. El otre como enigma que nos constituye, esa potente frase de Butler puede ser una buena entrada para interpelar a la ESI que necesitamos reinventar.

Los pensares, sentires, recorridos y desafíos con la ESI son siempre colectivos. Con esa causa plural, con múltiples espacios y construcciones de militancia por la ESI, fuimos caminando estos años. Nos cuestionamos, experimentamos y teorizamos en ronda. Pudimos repensar historias personales, generacionales y educativas atravesadas por una sexualidad que muchas veces es silencio, dolor, prejuicio, vergüenza, miedo, violencia, injusticia, desigualdad. Con otres aprendemos, llenamos de sentido, contenido y prácticas la ESI como herramienta para construir infancias y adolescencias, también juventudes, adulteces y vejeces más libres y felices.

Este libro convoca diversidad de miradas de un trayecto compartido. En talleres y conversatorios de escuelas y barrios. En investigaciones sobre aplicación de la ESI para impulsar programa y presupuesto. En comisiones y marchas de los Encuentros Nacionales de Mujeres que hoy son plurinacionales y transfeministas. En el Frente por la ESI desde la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. En el Parlamento de Mujeres de la Legislatura porteña. En cursos de formación docente, postítulos y cátedras populares sobre tareas de cuidado. En pancartas, remeras, graffitis y murales del Ni Una Menos. En corpiñazos, tetazos, pañuelazos, glitter y marea verde. En construcción de protocolos contra la violencia de género con centros de estudiantes. En tomas por más ESI, tatuajes, mechones violetas, baños no binarios. En la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito, ESI para decidir. En los debates por la ILE en la Legislatura Porteña y por la IVE en el Congreso Nacional. En charlas con comisiones de género de gremios docentes, de clubes, de asambleas migrantes. En promotoras territoriales por barrios libres de violencias. En cine debate, recitales con una banda de chicas, artistas feministas pintando a nuestras heroínas un 8M. En libros con ESI en ferias del libro, vivos de Instagram y columnas de radio. En diálogos por zoom en tiempos de pandemia con especialistas, organizaciones, niños, niñas y adolescentes, asambleas de juventudes trans y no binarias, juventudes con discapacidades. En defensa de formación y aplicación de ESI en pandemia, donde crecieron golpes y abusos, de lograr que llegue a los Centros de Primera Infancia y a otros programas de promoción y protección de derechos. En documentos, proyectos, debates legislativos y recorridas por territorios.

Estas páginas inician con una carta y terminan en poesía. Maltz, Bianco, Marina, Zilberman, Naddeo, Arraigada, Morgade, Maciel y Gómez Alcorta abren debates sobre una ESI que incomoda y nos invita a desconfiar de lo que creíamos normal o natural sobre cuerpos, sexualidad, crianza y lenguaje, como ventana de oportunidad a otros mundos existentes. Construyen una línea del tiempo sobre la ESI como lucha, conquista de leyes, y política pública, a su vez que desarrollan enfoque, contenidos y perspectiva en un entramado que subraya valores centrales como autonomía y libertad para el desarrollo de la subjetividad. Plantean la potencialidad de la ESI como derecho y herramienta de transformación social en tanto supere resistencias cis-hetero-normativas, patologizantes de las diferencias, y de propiedad sobre las infancias. ESI como campo de exploración en crecimiento, en diálogo entre instituciones y movimientos sociales, en avance hacia una justicia curricular con distribución, reconocimiento, participación, y ampliando la labor pedagógica en la acción política.

En los capítulos centrales,Brener, Mac Dougall, Brugo, Minyersky y Macha recorren contextos y problemas que devela la ESI como el rol del Estado, la capacidad performativa y disciplinante de la institución escolar cuando prima la clausura como prevención en los vínculos y el tomar distancia en la construcción de alteridad. En tiempos de pandemia la ESI puede devenir en pedagogía del cuidado decolonial, humanista y feminista, búsqueda erótica y empática para construir identidades sin jerarquías ni dicotomías. ESI como posibilidad para habilitar el extrañamiento y la palabra para decir no a la crueldad naturalizada sobre cuerpos y subjetividades en las infancias, para librarnos de las violencias y construir otros futuros con vínculos sanos y amorosos.

Luego Santoro, Rosemberg, Badolati, Spinetta, Barrancos, Cahn, Lucas y Brandariz acercan reflexiones críticas sobre experiencias educativas donde la ESI problematiza esquemas conservadores de autoridad, dominio y poder patriarcales con milenios de historia, habilita a desnaturalizar la herencia de un patrón cultural que sostiene injusticias, se expresa en impulso de juventudes y resistencias institucionales, ensaya desde diversidad de culturas sexuales un lenguaje amoroso y común, transforma silencios en palabras y acciones que nos configuran como sujetos políticos. A su vez revisan críticamente devenires en los cuales los obstáculos jurisdiccionales de sectores que sostienen un status quo anti-derechos, así como los vaivenes en las políticas públicas que no se sostienen como decisión de Estado, demoran y dificultan la ESI que se ancla como derecho social en la conciencia crítica de estudiantes y educadores haciendo de la resistencia un valor para la continuidad de un proceso histórico de cambio.

El libro acerca fragmentos con voces de juventudes que son parte de la generación de la ESI, despliega en sus páginas un abanico de arte feminista, no concluye sino planteando con Carla, Elena, Santino, Larralde y Ramos, a las expresiones artísticas y lúdicas como aperturas posibles para la ESI. Educación Sexual Integral en distintos lugares, estares y transitares que se aloje para desentramar prejuicios, sentidos comunes y miradas hegemónicas sobre los cuerpos. ESI como lectura y toma de posición, proyectada a la escritura de una experiencia íntima y comunitaria, sorora y afectiva, donde el pasaje desde el deseo hasta el placer y la felicidad no cueste tanta vida.

Les invito a encontrarse en este libro colectivo con la ESI que en estos quince años estuvo en movimiento y creció con ustedes. A que lean, cuestionen, compartan, transformen, escriban, se encuentren. Al inédito viable de la ESI por venir.

Laura Velasco

Educadora y feminista. Es licenciada y profesora en Letras (UBA), maestra y educadora popular, con más de veinte años de experiencia docente en escuelas primarias y secundarias de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fue Coordinadora Nacional del Área de Educación Popular de Barrios de Pie, Coordinadora de regiones del Programa Nacional de Alfabetización, Directora Provincial de Educación y Trabajo, y de Educación de Jóvenes y Adultxs en la Provincia de Buenos Aires. Fue Consejera y Directora de Proyectos Especiales en el Consejo Económico y Social de la Ciudad de Buenos Aires. Es co-autora de los libros: “Nuestra cabeza piensa donde nuestros pies caminan”, “Es barrios con s porque no andamos solos por ahí”, y “Economía Social en la Ciudad de Buenos Aires”. Es integrante del Parlamento de las Mujeres y del Frente por la Educación Sexual Integral, y dirigenta de Somos en el Frente de Todxs. Es Legisladora porteña y Presidenta de la Comisión de Mujer, Infancia, Adolescencia y Juventud.